Arrancaron “por error” la matriz a una menor de edad en Hospital de Tlapa
La hija de Verónica tiene 17 años. Hace dos meses
le arrancaron, por error, la matriz durante su labor de parto en el Hospital
General de Tlapa. Una partera lastimó todo su órgano reproductivo, en
consecuencia ya no podrá más tener hijos.
La labor de las parteras profesionales y
tradicionales en el país es reconocida por el Sistema Nacional de Salud en la
Norma Oficial Mexicana NOM-007-SSA2-2016. En el caso de Guerrero, en la administración
pasada, fue creada la Escuela de Parteras en Tlapa, con la finalidad de
humanizar la atención a las mujeres embarazadas y disminuir las muertes
maternas.
De acuerdo a Neil Arias Vitinio, colaboradora del
Centro de Derechos Humanos de la Montaña
Tlachinollan, la atención que las parteras ofrecen en el Hospital
General debe ser vigilada siempre por un médico, sin embargo, en el caso de la
hija de Verónica no fue así.
La madrugada del 21 de junio la joven ingresó al
hospital porque comenzaban sus contracciones. De acuerdo al testimonio de su
madre, se dirigieron a urgencias, pero ahí les pidieron moverse al área de
partería para que fuera atendida. Ya en el lugar, la joven fue recibida por
varias parteras y enfermeras, pero ni un solo médico.
Estaba programado un parto normal, sin
complicaciones, pero al pasar de los minutos Verónica notó que quienes atendían
a su hija se comportaban extraño, preocupadas y corrían de un lado a otro sin
dar explicaciones. El producto nació sano. Después se activó el código rojo. Su
hija estaba en riesgo de muerte por una fuerte hemorragia que le provocó la
partera responsable del procedimiento, quien desprendió parte de la matriz al
confundirla con la placenta.
Pese a la emergencia, y a que el protocolo
establece que cuando se activa el código rojo el personal médico del hospital
debe intervenir de manera inmediata, pasó casi una hora para que esto
sucediera.
En medio de la confusión y aprovechando la
preocupación de Verónica, intentaron responsabilizarla de lo que le pasó a su
hija. Le dijeron que la hemorragia fue una consecuencia de la ingesta de té de
epazote.
“Antes de que llegara al hospital con mi hija, le
preparé un té de epazote y se lo di para que se le controlaran los dolores.
Todos ellos me echaron la culpa, dijeron que yo se lo había provocado por darle
el té, y aunque me costaba creerlo, por un momento me sentí culpable. Me puse a
llorar ante la idea de que yo le provoqué eso a mi hija”.
Pero la mentira se vino abajo. Mientras su hija
era trasladada al Hospital de la Madre y el Niño, para ser intervenida de
urgencia, Verónica permaneció en el Hospital General haciendo trámites y
consiguiendo medicamento. Cuando lo hacía, se encontró con la partera que
atendió a la menor y al médico que llegó una hora después de que se activó el
código rojo.
Ninguno de los dos notó su presencia. Verónica
escuchó a la partera cuando confesaba que había confundido la matriz de su hija con la placenta del producto. En
la conversación el médico dijo que justificaría su retraso argumentando que
estaba en el baño.
Por la negligencia su hija estuvo internada ocho
días en el Hospital de la Madre y el Niño, donde, por la gravedad de las
lesiones, le retiraron la matriz.
Actualmente Verónica recibe asesoría de
Tlachinollan, organización que prepara ya una denuncia en contra del Hospital
General de Tlapa, que será interpuesta ante la Comisión de Defensa de Derechos
Humanos del estado.
Para Neil Arias existen tres razones por las que
ocurren casos como el de Verónica: falta de infraestructura y personal en el
Hospital General de Tlapa; el aislamiento al que son sometidas las parteras por
los médicos, quienes que se niega a trabajar de manera directa con ellas; y la
calidad en la capacitación que éstas reciben.
Aclaró que no se trata de criminalizar la labor de
las parteras, de quienes reconoció su trabajo y lo indispensable que éste
resulta en la Montaña, principalmente en el combate a las muertes maternas;
sino de evidenciar las fallas del sistema de salud.
Criticó que, a pesar de que se anuncian
inversiones millonarias en el sector, éstas no se vean reflejadas. Recordó que
para atender a las mujeres de los 19 municipios que integran la región, sólo
existen el Hospital General y el Hospital de la Madre y el Niño de Tlapa. Esta
situación impacta directamente en la calidad del servicio en ambos nosocomios,
pues no hay personal suficiente para esta demanda.
En cuanto a las parteras, explicó que Tlachinollan
tiene conocimiento del trato que reciben de los médicos. Afirmó que éstos no
asimilan aún el hecho de que son indispensables en los hospitales, situación
por la que se niegan trabajar de manera coordinada con ellas.
Arias Vitinio asegura que si un médico hubiera
estado presente en el trabajo de parto de la hija de Verónica, la historia que
hoy se narra no habría ocurrido. Cuestionó también la capacitación que las
parteras profesionales reciben, pues varias de ellas comienzan a laborar sin
haber presenciado o colaborado en casos reales.
A dos meses de la tragedia, la exigencia de
Verónica es simple: que ninguna otra mujer pase lo que su hija vivió esa
madrugada del 21 de junio. (ANG)
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