LAS COSAS COMO SON

Por: Tomás Benítez Cano

LODO CON LODO

Como ya se tenía previsto, el martes pasado el ex gobernador Zeferino Torreblanca Galindo realizó su primer evento para responder a las “difamaciones e infamias” que el gobierno aguirrista ha hecho en contra de su persona y de sus ex colaboradores. Ahí, dijo lo que también ya se esperaba que declarara
y que se resume en que las acusaciones se deben a que no estuvo de acuerdo con la candidatura de Angel Aguirre y porque no le dio el dinero que le pidió para la campaña. Por supuesto que negó que se hayan cometido las corruptelas que el actual gobierno dice haber encontrado.
Así como la presente administración lo ha exhibido y denostado, así también el ex mandatario se defendió: con verdades a medias; igual que sus acusadores, no demostró al cien por ciento su inocencia; si los primeros para enlodarlo generalizan y maximizan las irregularidades, Zeferino se defendió también con las imprecisiones de sus detractores y con la colota que traen arrastrando algunos colaboradores de Angel Aguirre, como los inhabilitados Lázaro Mazón Alonso y Alberto López Rosas.
Fiel a su estilo belicoso, Torreblanca Galindo hizo uso de la estrategia predilecta de los boxeadores fajadores: su mejor defensa fue la contraofensiva. Para muchos tuvo, desde el gobernador y sus familiares hasta sus más cercanos colaboradores, pasando obviamente por diputados y uno que otro medio y periodistas, de los cuales no dio nombres.
Por supuesto que este encontronazo va a continuar por un largo tramo, sobre todo si Z cumple su amenaza de hacer un recorrido por todo el estado “para defender su verdad”. Aparejado a ello, es previsible que en esta sacadera de trapos al sol, los guerrerenses nos sigamos dando cuenta de tanta ratería que se comete al amparo del poder.
Por un lado, el gobierno de Angel Aguirre Rivero está obligado a acabar lo que inició. Tiene que llevar a las rejas o por lo menos fincar responsabilidades de verdad al ex gobernador Torreblanca, porque de lo contrario, la ciudadanía –ayudada e inducida por el acusado-- puede concluir que ese linchamiento sólo fue por cuestiones políticas y no por hechos reales de corrupción, lo que provocaría que el enjuiciado pasara al papel de víctima y recibiera la solidaridad de los guerrerenses.
Por su parte, Zeferino debe ubicarse y entender que no está en igualdad de circunstancias y mucho menos las condiciones le favorecen como para ponerse con el LEVIATÁN. Si de verdad quiere contraatacar, como ya lo dejó entrever, que se salga de Guerrero, porque quien cuenta ahora con toda la estructura del poder es su adversario, que sin recato alguno le dejaría caer todo el peso del estado.
En esta encarnizada batalla por vez primera se vislumbra que el único ganador puede --recalco: puede-- ser el pueblo de Guerrero. Primero, y ajustándonos a ese famoso dicho que reza que peleándose las comadres salen todas las verdades, por este toma y daca conoceríamos infinidad de desvíos, robos, abusos y fechorías que los gobernantes realizan con toda impunidad y sin el menor asomo de remordimiento de conciencia de saquear a un pueblo tan amolado, como es el de Guerrero; por el otro, ojalá que esta experiencia sirva para que ya, de una vez por todas, los funcionarios entiendan de que si roban pueden ser juzgados, que sea, pues, el fin de la impunidad.

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