CUENTO DE NAVIDAD

Por: Popo Astudillo Méndez

Cuéntase que se cuenta, que en un reino muy lejano, sus pobladores vivían con relativa tranquilidad: por muchos hechos, como: como la ciudad no era un gran basurero en potencia, los recibos de luz no le robaban al usuario; el servicio de agua ni se diga, llegaba con cierta regularidad a las casas; en el
renglón de la seguridad todo marchaba bien, pues esa palabra no existía, no les robaban a los borrachitos, y mucho menos los golpeaban, al contrario, los iban a dejar a sus domicilios para que descansaran la “mona”, la tenencia vehicular no se pagaba, mucho menos el impuesto predial, los choferes del transporte público no eran tan sucios, se bañaban a diario, no le cortaban vuelta a su ruta, y trataban con cortesía al pasajero, los dirigentes de ligas futboleras tenían un chingo de espíritu deportivo, puesto que cumplían su palabra de que nada más dos años estarían al frente de sus respectivas organizaciones, y así darle la oportunidad a otros ciudadanos de dirigir un club deportivo.
Los agentes de tránsito ni de chiste “mordían” a los automovilistas infractores; los estudiantes de todos los niveles educativos , se dedicaban a eso, a estudiar –a excepción de unos cuantos-; pero no todo era felicidad en ese reino, el rey un hombre bueno y sabio no era feliz del todo; dos piedrotas le molestaban en el zapato, los vendedores ambulantes y los estudiantes de conocida escuela de su reino; entonces el rey ofreció una gran recompensa en oro, y la mano de su hija a quien le ayudara a resolver estos dos problemas; se inscribieron cientos de jóvenes mancebos y vinieron de reinos muy lejanos para obtener tan codiciado premio; sólo un proyecto fue aprobado, el de un pobre aldeano, este Macehual le dijo al rey lo siguiente: “mi rey, invita a estudiantes y comerciantes ambulantes problemáticos a una comida al Palacio Real, y en los alimentos y bebidas les vas a dar a tomar esta pócima que les hará dormir por cien años, no mejor por mil, y así terminarás con los dos problemas de un tajo que te hacen infeliz a ti y a tus súbditos. El rey volvió a sonreir y presto mandó a sus heraldos a todos los rincones de su reino, para enterarles a sus invitados del comelitón que les esperaba.
Úta, el banquete estuvo de pronóstico reservado, gran variedad de platillos, en las bebidas menudearon los wiskis, tequila y mezcal de Apango, y la infaltable pócima, que al paso de las horas hizo su efecto; así que por la noche todos los invitados del rey dormían el sueño de los justos; pero apareció en escena el “brujo” mayor de la maldad dispuesto a toda costa a romper el hechizo del bien, más los efectos del brebaje eran irreversibles, a lo más que consiguió el brujo, es que terminaría el encanto de los dormilones, si un príncipe de ojos azules les daba un beso, allí, en su asunto, cosa que como sabe estimado lector, estaba en chino, por lo tanto la maldad no consiguió su objetivo, y el rey, la reina, la princesa, el pobre aldeano, el futuro heredero –porque ya había encargado la princesa-, y los súbditos vivieron felices por siempre y hasta la eternidad. Colorín, colorado este asunto se ha terminado. Cualquier semejanza con la realidad, es pura intrigante coincidencia. Coma frutas y verduras.

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