ATRÁS DE LA RAYA

Por: Heliodoro Cerros Flores


La Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, ya no forma maestros rurales que ayuden a superar el rezago educativo, ahora abrazan luchas ideológicas que se han quedado ancladas en el pasado, que en nada contribuyen a cambiar el estado de cosas, a dejar atrás la miseria y la pobreza que
está alcanzando a la mayoría de la población.
Hay quienes se han visto beneficiados, de manera directa, por esa dinámica política de Ayotzinapa, y, claro, rechazan el cierre de la escuela, pero hay voces críticas que reconocen que su vocación normalista rural también se quedó en el pasado.


Conozcamos algunas posiciones que se han expuesto de manera pública:


TLACHINOLLAN


El Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, que patrocina Abel Barrera, sostiene que “los estudiantes de Ayotzinapa, son jóvenes con mucha dignidad. Su lucha en nada se parece a la de los políticos, aquellos buscan transformar las estructuras que oprimen a la población empobrecida. En la escuela de Ayotzinapa han recuperado la conciencia de clase, les ha nacido la pasión por la justicia social, han aprendido que la verdadera educación se alcanza cuando ellos mismos se asumen como sujetos del cambio, cuando aprenden más allá de los muros de esta escuela que ha sido abandonada por los diferentes gobiernos. Son jóvenes valiosos porque luchan por causas legítimas y porque sueñan con una educación que rompa las cadenas de la explotación y de la enajenación política”.
“Los estudiantes de Ayotzinapa representan la tradición viva de los luchadores sociales. La Normal es la cuna de la rebeldía, el alma mater de los hijos de indígenas y campesinos que son fieles a los ideales de Flores Magón, Villa, Zapata, Genaro Vázquez y Lucio Cabañas. Es una escuela que hunde sus raíces en la cultura de los pueblos, que se alimenta de sus luchas históricas, fogueada en la resistencia y en la interpelación al poder. Celosa de sus ideales y dispuesta a defender con toda su existencia y la viabilidad de un modelo educativo orientado a generar conciencia social y política entre la niñez y la juventud de nuestro Estado. Es una escuela que lucha por la gratuidad de la educación, por estar al servicio de los sectores marginados y excluidos por el mercado, de generar procesos educativos que incidan en una realidad oprobiosa y de sentar los cambios para hacer realidad una educación que tenga como horizonte la justicia social y el respeto a los derechos humanos”.


AYOTZINAPA: PEDRADAS CONTRA EL ESTADO BURGUÉS


Así tituló su colaboración en el periódico El Sur el director de Gobernación Estatal, Moisés Alcaraz Jiménez, quien sostiene, entre otras cosas, que “lo que queda del viejo terrorismo mundial nos indica que ese no es el camino para instaurar una nueva sociedad. Incendiar una gasolinera no genera un cambio social, ni es la forma de hacernos escuchar por el poder, es propiciar la muerte de inocentes y arrojar a quienes la provocan al fondo del repudio social”.
“Tomar como rehén a la sociedad no conlleva a la acumulación de capital político, afectar a terceros no nos atrae la simpatía ciudadana. Tampoco es digno de quienes se asumen de izquierda anclarse en el pasado y pretender alimentar la lucha social con los viejos dogmas del fanatismo radical de antaño”.
“Eso sí es infantilismo político, en términos leninistas, como también lo es pretender destruir al estado burgués a garrotazos o mantener el anhelo enfermizo de reactivar algún día la lucha de clases teniendo como guía los manuales del maoísmo, cuando la sociedad mundial ha cambiado y ha entrado a fases densas de heterogeneidad, diversidad y complejidad, que han vuelto obsoletos a los viejos dogmas y obligan a inventar nuevas formas de participación social en un contexto de más política y menos violencia”.
“Reducidos grupos de estudiantes normalistas de Ayotzinapa, y quienes desde fuera los adoctrinan, mantienen a esa escuela anclada en el anquilosado marxismo-leninismo. Esos grupos no son muchos, pero sí suficientes para ejercer un férreo control multifacético y antidemocrático sobre los demás”.
“Ayotzinapa fue generadora de maestros ejemplares, grandes luchadores sociales que en un momento de la historia política del país no tuvieron más alternativa que tomar las armas, bajo un modelo de lucha donde eran plenamente justificadas las doctrinas radicales de la izquierda en armas. No había otro camino”.
“La normal de Ayotzinapa está sujeta a un pasado ideológico que debe dejarse ir, la normal no debe desaparecer, los que deben de dejar de existir son sus viejos esquemas de combatividad, que sin dejar sus afanes de revolución social, le permitan ser una auténtica casa de estudios generadora de inteligencia, conocimiento y pensamiento renovado”…Veremos.


Correo electrónico: cerrosfloresh@yahoo.com.mx.

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