LAS COSAS COMO SON

Por: Tomás Benítez Cano

YA APARECIO Y QUIERE SER SENADOR

Sabedor de que en Guerrero los bandidos y los malhechores siempre han gozado, gozan y gozarán de total impunidad y que en lugar de llevarlos a juicio se les premia, abundan los ejemplos, el ex gobernador Zeferino Torreblanca Galindo ha expresado su intensión de ser candidato a senador de la
República, según información publicada en varios rotativos del estado.
No obstante de haber agraviado al pueblo de Guerrero con su mal gobierno y de estar sometido en estos momentos a un linchamiento mediático por parte de la actual administración, bajo el supuesto de que dejó un cochinero financiero, Zeferino ha manifestado su intensión de alcanzar la candidatura no porque sepa que va a ganar, sino para dar el mensaje que está libre de culpas o que si las tiene, de todas formas no pasará nada con él, porque al fin y al cabo no es el primero ni el único que ha saqueado las arcas públicas. El haber sido gobernador le permitió conocer perfectamente cómo son esos enjuagues, de ahí su confianza.
Sumado a esta añeja tradición de impunidad, el nefasto ex mandatario ha leído e interpretado bien los mensajes del contralor Julio César Hernández López, quien --con todo cuidado y mesura en esa parte-- dice que en los múltiples quebrantos financieros que las auditorías practicadas han encontrado en diversas dependencias, no se ha acreditado la responsabilidad de Zeferino, a pesar de que son enormes las cantidades de los desfalcos y que se entiende que sólo con el consentimiento del jefe del Ejecutivo se pudieron haber realizado.
Pero lo peor del caso, es que el deseo del vilipendiado ex gobernante es cobijado por un partido conservador que siempre se ha apegado a lo moral, a lo ético, a las buenas costumbres: el PAN. No hay congruencia en sus postulados con la anuencia de que Z sea su abanderado al Senado. La única explicación que se puede dar es que Acción Nacional no tiene presencia ni figuras relevantes en la entidad, por lo que nada perderían compitiendo con el repudiado Torreblanca. Sin embargo, los panistas no deben soslayar que sí sería una falta de respeto al pueblo suriano.
Volviendo a la tesis inicial de que su intensión –del ex gobernador-- no es obtener la candidatura, sino más bien adelantar su exoneración, se fortalece también cada día que pasa, porque nadie, y menos el actual gobierno que es perredista, incriminará y llevará a juicio al odiado Zeferino en pleno proceso electoral.


SORPRENDIDA POR UNA REALIDAD QUE NO CONOCE

Para dar a conocer una costumbre que ha acompañado toda su vida a los indígenas de los municipios 
de Cochoapa, Metlatónoc y José Joaquín de Herrera, de pagar una dote por una mujer, la secretaria de la Mujer Rosario Herrera Ascencio se horroriza y la califica como una venta de mujeres y una grave violación a los derechos humanos. Y envalentonada y sintiéndose la salvadora de las maltratadas indígenas, dice que va acabar con esta práctica con la impartición de tres talleres de derechos humanos. Válgame dios.
Como seguramente no conocía la región de La Montaña, a la titular de la Semujer la impresionó algo que para esos núcleos poblacionales es una práctica normal, porque en su cultura la dote no es lo mismo que una venta, como lo interpreta la señora Rosario. Entre los usos y costumbres de los indígenas, que datan de tiempos remotos, las familias de los varones o éstos, cuando se quieren casar o juntar con una mujer (por lo regular menor de edad, pues esa también es una costumbre entre ellas), invariablemente tienen que dar algo material, en especie o efectivo a cambio.
Sin caer en el maniqueísmo de que si es buena o es mala esa costumbre, a lo que no tiene derecho la funcionaria es romper o acabar con ellas e imponerles otras, porque estaríamos hablando de una transculturización. Por supuesto que proteger a la mujer es un deber de todos, pero eso está muy lejos de la intensión de Rosario Herrera de acabar con la “venta” de féminas indígenas sólo con la impartición de tres talleres de derechos humanos.
Para conocimiento de la desinformada servidora pública, ese asunto de que los padres venden a sus hijas, allá en la Montaña y en Hueycantenango, ha sido abordado infinidad de veces y por distintas instancias, mismas que han optado por respetar la vida de esos desvalidos guerrerenses. Decirle, pues, que esto no es de ahora sino desde que existen esos indígenas. Nuevo es para ella porque no conoce Guerrero.

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