LAS COSAS COMO SON…

POR: Tomás Benítez Cano

FUEGO AMIGO O BATALLA CAMPAL ENTRE COMPAÑEROS
En Guerrero, como seguramente en el resto del país, los procesos electorales federal y estatal comenzaron sin el silbatazo del árbitro. Todos los aspirantes a una candidatura --ya sea a la Presidencia de la República, senadurías, diputaciones federales, diputaciones locales, presidencias municipales o regidurías-- realizan
trabajos de proselitismo sin que nadie los vigile, los reconvenga o les dicte las reglas del juego. Se supone que en esta etapa de selección de candidatos debieran ser los partidos políticos los que regularan y arbitraran la competencia, con la observancia de los órganos electorales, pero el caso ha rebasado tanto unos como a otros, por lo que el resultado son un sinfín de campañas adelantadas parecidas a las riñas callejeras, donde se dan con todo y con lo que caiga con tal de descontar al adversario.
Como común denominador tenemos que los que normalmente recurren a las descalificaciones, a la difamación, calumnias y mentiras, son los aspirantes con menores posibilidades de alcanzar la postulación, quienes ante la falta de atributos, capacidad y respaldo ciudadano, recurren a la guerra sucia para socavar la imagen del oponente.
En esta circunstancia se encuentra el diminuto político Sebastián de la Rosa Peláez, quien al ver que sus posibilidades de alcanzar la candidatura a una senaduría cada vez son más lejanas, simple y sencillamente porque no tiene nada que hacer ante Armando Ríos Piter y algún otro como Sofío Ramírez (que podrían conformar la fórmula perredista al Senado), se ha dedicado a denostar y acusar al primero de usar los recursos públicos para comprar votos a favor de sus planillas para consejeros nacionales y delegados estatales, quienes serán decisivos en las asignaciones de la candidaturas dentro del sol azteca.
De la Rosa Peláez ha retomado la estrategia que en su momento le funcionó a David Jiménez Rumbo, de ligar y hacer creer a la militancia perredista y a la ciudadanía en general que Ríos Piter es el candidato del gobernador –en aquel entonces de Zeferino Torreblanca y ahora de Angel Aguirre--. De principio a fin la estrategia es equivocada, y sólo dos razones aludiremos: primero, no hay elementos que sustenten que el gobernador Aguirre haya dispuesto que Armando haga uso de los programas y recursos del estado para lograr ese propósito, y segundo, no hay comparación entre el desprestigio de Zeferino con la imagen de Angel Aguirre. Aquel ya apestaba y quien se le arrimara o le arrimaran se contagiaba. A distancia de aquella contienda interna para sacar candidato perredista al gobierno del estado, por supuesto que el cotizado y popular jaguar nunca fue el delfín del ex mandatario como no lo es del actual.
Sin embargo, estas campañas de guerra sucia nos confirman que sigue vigente aquella viejísima máxima del alemán Goebels: repite una mentira una y mil veces y se convertirá en verdad.
En fin, Sebastián y Jiménez Rumbo le han apostado a desprestigiar a los adversarios para poder desplazarlos, aunque tanto Ríos Piter como Walton Aburto siguen sin despeinarse rumbo a sus propios destinos.
En lugar de la estridencia y los gritos y sombrerazos, los mencionados políticos debieran asumir la actitud de su correligionario Celestino, quien al ver que tampoco tiene la estatura para una Senaduría, mejor optó por poner la vista en otro objetivo.

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