EL GOL DEL SIGLO

Por: Popo Astudillo Méndez

Como dice el poeta: “me lo contaron ayer, las lenguas de doble filo”, si, me lo contaron ayer que el “negro chelís”, apodado José Luís Vega Alarcón, anotó ya hace muchísimos años un soberbio golazo que aunque esto sucedió hace más de tres décadas aún sigue resonando la forma en que fue
conseguido ese gol, tan es así, que el “negro che-ché”, lo estuvo celebrando siempre, hasta el último día de su existencia. El escenario, la cancha de fútbol “Andrés Figueroa”, evento, los sabrosísimo estatales de antaño; que año con año se llevaban a cabo en diferentes sedes de esta entidad suriana, y sucedió así.
El encuentro fue programado a las cuatro de la tarde; campo previamente regado una hora antes, bien pintado; redes de cáñamo gris nuevecitas; los rivales ¡ah! si, Chilpancingo contra Tierra Caliente, tribunas, ni se diga; a reventar, al llamado del árbitro los equipos saltaron a la cancha a lucirse ante tan bonita y multitudinaria afición; inició el encuentro, los capitalinos luego empezaron a mostrar su técnica; el futbolista chilpancingueño tiene técnica porque juega en canchas duras; donde el bote del balón es más vivo; muy diferente a los arenosos campos de nuestras costas, en donde el bote del balón es prácticamente muerto.
Continuamos con nuestro personaje, el “negro” Chelís, siempre se desempeñó como centro delantero; corpulento, buen rematador de cabeza, ambidiestro; con buen olfato de gol, siempre en el lugar preciso ya para “fusilar” al portero; y sólo para nada más empujar la de gajos a las piolas del equipo rival; no muy inteligente como la gran mayoría de arietes; pero si con mucha fuerza para disputar todo balón dividido; así era el personaje central de esta historia; como extremo izquierdo, ya tenía bien ensayada la jugada de desborde para finalizar en el pase de gol; el puntero izquierdo entraba al campo enemigo muchas veces tumbando caña, para centrarle al “negros” y este rematara a placer.
Y así sucedió en jugada de contragolpe, el extremo se fue hasta el fondo, mandó un centro, no al negro “cheché”, si no, al segundo poste; ahí era el punto de encuentro entre el ariete y el balón; esto para destantear al chambelán del negro; y así aconteció, el balón encontró al “negro”, y este a placer y de bolea le pegó al esférico en el lugar exacto y con gran potencia; Salió un cañonazo que rompió las redes, ante el asombro de propios y extraños, “cheché”, fue efusivamente felicitado. Hoy, ya llovió; que podía yo decirle al “negro”, cada quien vive como quiere, como puede y con quien quiere; uno escoge a sus amigos, a su compañera para marchar en estos difíciles caminos.
Hoy, te confieso mi negro, que desde que cumplí 42 años, no he vuelto a odiar a nadie, ni siquiera a mi mejor amigo; el odio existe desde que Caín mató a su hermano Abel; el odio ha sido siempre una enfermedad, habría que superarlo como se ha superado la Peste y el Cólera. Espero muy pronto poder reunirme contigo, para que allá en donde ahora estás, pueda yo seguir disfrutando de tus chascarrillos y de tus bromas, y sobre todo, de tu espíritu limpio, que en estos tiempos, son un remanso de paz para nuestras estresadas almas.

Comentarios