LAS COSAS COMO SON…

POR: Tomás Benítez Cano

ASI NO ME AYUDEN COMPADRES
Empujados por un protagonismo desbordado, algunos funcionarios del gobierno del estado se auto asignan funciones que no les corresponden y en lugar de ayudarle al gobernador Angel Aguirre Rivero, lo perjudican. Lo mismo sucede con aquellos colaboradores despistados que no gustan de leer
periódicos, escuchar radio o ver televisión para estar enterados del acontecer cotidiano y para saber qué hizo o qué dijo su jefe el mandatario estatal y no contradecirlo a través de los medios.
Con el afán de aparecer en los medios de comunicación de la región de Tierra Caliente --por donde quiere alcanzar una candidatura a diputado, ya sea local o federal-- y presumir de una cercanía con el mandatario estatal, el director de Planeación de la Secretaría de Salud, Zeferino Gómez, informó que el gobernador Angel Aguirre estaría en Coyuca de Catalán el martes o ayer miércoles para poner la primera piedra del hospital de 90 camas, y que a decir de sus corifeos él gestionó.
Resulta que para venderle el favor al alcalde coyuquense y a toda su paisanada, don Zeferino, como si fuera el responsable de la agenda del gobernador, le dio hasta pormenores de la supuesta visita del Ejecutivo al señor Camacho, quien, a su vez, hizo lo propio con los representantes de los medios de comunicación, publicándose dicha información el fin de semana.
Pero ante la no asistencia del gobernador --quien seguramente ni por enterado estaba del compromiso que a su nombre hizo el eterno aspirante a legislador--, varios guaches tarugos (o sea, calentanos atolondrados) llamaron muy enojados a diferentes instancias, medios y periodistas para preguntar por qué el mandatario no cumplió con lo anunciado.
Ante este nuevo y positivo giro que le ha dado a su gobierno Angel Aguirre, abordado el martes en este espacio, no debe permitir que calenturientos electoreros lo hagan quedar mal con los guerrerenses.
Otro ejemplo de cómo ayudan al Ejecutivo sus colaboradores es el siguiente: el lunes 26 de septiembre, durante su visita a la Normal Rural de Ayotzinapa, el gobernador Aguirre, al referirse a los 20 levantados en los municipios de Tlalchapa y Cutzamala, dijo textualmente “el procurador general de Justicia Alberto López Rosas, me dice que unos jóvenes ya fueron recuperados”. Sin embargo, al otro día, el fiscal guerrerense, seguramente sin haber leído nada de lo que dijo su jefe sobre ese tema, manifestó: “hasta este momento no tenemos ninguna denuncia, no hemos localizado a ningún familiar que nos pueda dar elementos que nos den la evidencia de este suceso; tendré un acuerdo con el gobernador y haremos un planteamiento al respecto… En la medida que tengamos información firme lo haremos, no podemos dar información que no esté debidamente corroborada”. Para no hacer más escarnio, se lo dejo a su análisis.


CON ADMIRACION E IDOLATRIA


A 17 años de la muerte de uno de los hombres más inteligentes que ha parido Guerrero, me entristece y me duele como si su deceso hubiera ocurrido ayer. Sin ser su amigo cercano ni su familiar, tuve la invaluable oportunidad de andar a su lado en casi todos los actos de su campaña política y durante todo su mandato, deleitándome de esa forma tan brillante de hacer política y de gobernar. No presumo que logré ser su amigo del alma, pero me hizo sentir un colaborador importante en mi carácter de subdirector general de Comunicación Social, a mis escasos veintitantos años. Cómo olvidar esa odisea de acompañarlo, junto con el mayor Arturo Adame, a todos, absolutamente a todos, los informes de los presidentes municipales. Cómo olvidar ese momento en Ixtapa – Zihuatanejo, donde a pedido de los periodistas otro superdotado, como lo es Porfirio Muñoz Ledo, le puso a mi maestro LA EMINENCIA, pero como ya no eran del mismo partido y los informadores festejaron que eso sería de ocho columnas, Porfirio ratificó pero agregó: Sí es una EMINENCIA, pero una eminencia perversa. Lo cierto es que amigos y adversarios le reconocían sus capacidades, en su lenguaje –que casi me lo sé de memoria-- serían sus dotes y sus prendas. Gracias José Francisco Ruiz Massieu.

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