LAS COSAS COMO SON…

POR: Tomás Benítez Cano

QUE YA LA PAGUE EL QUE LA HAGA…
La falta de castigo o impunidad se ha arraigado tanto en Guerrero que, a la postre, se ha convertido en un lastre y un dique para su desarrollo. Aunque esta práctica es casi generalizada entre la ciudadanía, donde más florece y ha adquirido un carácter de norma (no escrita) es en los sectores gubernamental y
político. Aquí, sobran los ejemplos de actos y acciones violatorios de la ley que nunca se castigan, ni siquiera entre adversarios, todos se protegen, al menos no hay ningún caso registrado que demuestre lo contrario.
Así tenemos que cada sexenio –en el caso de la administración estatal-- y cada trienio –en el caso de los ayuntamientos--, los funcionarios entrantes no encuentran nada porque todo se lo llevaron los que salieron, a quienes nunca se les fincan responsabilidades por el saqueo que realizaron. A esto se le llama IMPUNIDAD.
Pero a veces ni si quiera es necesario esperar a que se termine el sexenio o el trienio para darnos cuenta que fulano y perengano no están cumpliendo con los ordenamientos legales, y quienes tienen las facultades para llamarlos a cuentas no lo hacen, dándose la dualidad infractor-protector (u omiso) que en todo proceso de impunidad existe.
Y esto es precisamente lo que ocurre con el presidente municipal de Mochitlán, Oscar López Sánchez, quien en muchos casos y en varias ocasiones ha incurrido en desacato o violación de la ley sin que nadie le ponga un hasta aquí. La Ley del Municipio Libre no le alcanza al alcalde para que haga y deshaga, y no se le castigue por ello.
Primero fue el relegar e ignorar a la mayoría de los regidores que lo acompañan en la conducción del Ayuntamiento mochitleco, a quienes después --de plano-- les retiró sus emolumentos, pasándose por el arco del triunfo la Ley y al Congreso; más tarde, casi se le finca juicio político por no entregar las cuentas públicas a la Auditoría General del Estado; después, se metió en un conflicto mayor porque por sus propios pantalones no quería entregar fertilizante a ciudadanos que, para su desgracia, no le caían bien; ahora, no obstante de que el Tribunal Electoral del Estado le ordenó que les pagara a los cuatro regidores que les había suspendido su salario, el munícipe tiene que pagar una multa de 500 salarios mínimos (28 mil 350 pesos) por no cumplir con lo mandatado.
Por supuesto, ese dinero de la multa que le impuso el TEE no lo pagará de su bolsa el presidente Oscar López, saldrá del presupuesto del Ayuntamiento en perjuicio de los habitantes de Mochitlán, pueblo donde por desgracia inició eso de ser gobernado por dos hermanos de manera consecutiva, exactamente como en Coahuila con Los Moreira.
Escudado en ese físico impresionante de estibador de la Merced, ahora Central de Abastos, el alcalde no le guarda respeto a nadie. En el Congreso local, donde se le podría meter en cintura, desaforándolo, no hay voluntad política ni de sus compañeros ni de sus adversarios partidistas, porque cayendo él tendrían que rodar las cabezas de otros de sus homólogos pertenecientes a otros bandos, y en la lógica de los diputados ¿para qué complicar las cosas? Que siga haciéndola del Gabino Barrera de los mochitlecos. Seguramente al PRI le saldrá cara esta impunidad legal, al castigarlo electoralmente la ciudadanía de este municipio en los próximos comicios, por alcahuete y protector de malandrines.
Y así como este ejemplo de la impunidad, en Guerrero ha habido cientos pero los más emblemáticos de esta práctica nociva destacan: Genaro Vázquez de San Luis Acatlán; Viliulfo Morales de Apango; Maclovio Ariza de Chilapa; el famoso ochenta en Bachilleres, Natividad Calixto en el SNTE, José Luis González de la Vega en la SEG, los ex titulares de Salud y casi la mitad de los integrantes del gabinete del zeferinato.
Pero por peso político y por peso monetario, sin duda que el máximo ejemplo de la impunidad lo representa Zeferino Torreblanca Galindo, exgobernador de Guerrero.

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