LAS COSAS COMO SON…

 Tomás Benítez Cano

POBRES PERO BIEN CONTENTOS CON NUESTROS TESOROS ENTERRADOS.
De entrada aclaro que no soy un experto en cuestiones ambientalistas, pero de acuerdo a lo investigado, es innegable que muchos países de primer mundo iniciaron su desarrollo con grandes y enormes proyectos a los que aquí, en este pueblo, Guerrero, algunos sectores sociales se oponen rotundamente porque, argumentan,
que degradarán nuestro entorno ecológico.
Para no ir muy lejos, los dos vecinos del norte: Estados Unidos y Canadá siempre han explotado los yacimientos mineros que tienen en su territorio; construyeron y tienen en operación megas refinerías, así como todo tipo de plantas y fábricas, que en conjunto se le conoce como el proceso de industrialización de un país o un estado, cuyo costo ecológico depende de hasta dónde las autoridades de ese lugar hacen valer la leyes.
En este sentido, es un tanto inexplicable que en Guerrero existan grupos que se oponen a cualquier proyecto de desarrollo, bajo la bandera de que éstos cambiarán las condiciones naturales del entorno por la emisión de los múltiples y altos contaminantes, como si no estuviera tan avanzada la ciencia y no se realizaran estudios de impacto ambiental. Es más, como si nuestro estado fuera el único en el mundo donde se llevan a cabo este tipo de inversiones.
Bueno, pues mientras esos países de primer mundo si ejecutan estos polos de desarrollo, tomando las medidas protectoras pertinentes para no contaminar el medioambiente, en nuestro querido Guerrero los ahuyentamos. Se fue la pista de pruebas de autos en el Alto Balsas por la actitud intransigente e irresponsable del “líder indígena” Marcelino de Jesús; se está yendo la presa La Parota y seguramente no llegarán las mineras porque los ecologistas las han declarado non gratas desde antes de que se instalen.
Lo chusco y la sinrazón de oponerse a estos proyectos, se ejemplifican con el rechazo a la construcción de la planta tratadora de aguas negras, la operación de la gasolinera conocida como del DIF y la no colocación de la antena de una radiodifusora en la colonia del PRI, todo ello en Chilpancingo y en diferentes momentos, bajo el común denominador de que son obras o proyectos altamente contaminantes. Como si en otras ciudades no existieran.
Si seguimos en esta ruta, dijera mi cuaderno el “político profesional”, lo más seguro es que nuestros tesoros y riquezas continúen enterrados, como hasta ahora, y sigamos igual o peor de jodidos ¡ah, pero eso sí vestidos de verde!, porque ahora ser ecologista o ambientalista te da status y rentabilidad política. Es la moda.
Pero los no muy modernos afirmamos que el desarrollo no está peleado con la protección del medioambiente, que sí se puede ejecutar este binomio, sólo es cuestión de que las autoridades no sean omisas ni corruptas y hagan que esos grandes proyectos cumplan con las normas ambientales.
Todo el anterior chorizo nos lleva a preguntarnos ¿seguiremos sin esos grandes proyectos de desarrollo e inversión? ¿Cuál será el camino que tomará el gobernador Aguirre, un antiguo y convencido promotor de la minería? ¿Qué ruta elegirá en su calidad de economista y que, por lo tanto, sabe que la inversión es igual a empleos? ¿Dejará de apoyar y promover estos grandes proyectos sólo para no contravenir a sus ahora compañeros de partido, quienes en su mayoría se oponen a ellos, como es el caso de López Obrador con las mineras y la Parota?
A Guerrero le urgen miles y miles de empleos, y las únicas que los pueden generar son las grandes inversiones. Basta de tanta pobreza, bajo la falsa argucia de que otros no se lleven nuestras riquezas. Evitemos la rapiña como en Carrizalillo, cuyos habitantes no conformes con el empleo --y mal asesorados por quién sabe quién de la llamada izquierda--, comenzaron a exigir utilidades como socios inversionistas y… sucedió lo que tenía que suceder: se fue la minera y ellos siguen más jodidos que nunca.
LA DEL PILON
Como si se tratara de gente con conciencia, civilizada y de buenos valores y principios morales, el ingenuo y arrodillado procurador Alberto López Rosas les suplica una tregua a los grupos delincuenciales. Un temido felino contra el zeferinismo, se comporta como un indefenso gatito contra los narcoviolentos. Dicen que el miedo no anda en burro.

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