LAS COSAS COMO SON…

Por Tomás Benítez Cano

REHEN DE FALDAS
Después de leer un correo electrónico que me enviaron ayer --cuyo título he plagiado para encabezar esta columna-- y el haber presenciado algunas manifestaciones totalmente fuera de lugar en el festejo día del abogado en Casa Guerrero, me incitan a hacer algunas reflexiones y comentarios sobre el “anquilosamiento”
de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y el desempeño de su titular.
Fui testigo de las exposiciones, comentarios y discursos del creador de este organismo, el ex gobernador José Francisco Ruiz Massieu, quien insistía --una y otra vez-- que no era por moda sino por necesidad la fundación de la CODEHUM, sobre todo, en un estado como el nuestro, donde había mucho agravio por la violación a los derechos y garantías individuales. Y para que no tuviera ningún problema con los gobernantes en turno, le dio el carácter de organismo autónomo, con personalidad jurídica y patrimonio, propios, y otras cosas más.
Pero donde más atención puso fue en la designación de su titular, porque, según sus propias palabras, debería ser un hombre destacado por sus prendas personales, alguien que ya no tuviera ninguna aspiración política y que fuera de buen juicio, Palabras más, palabras menos.
Y, efectivamente, el cargo recayó en una persona madura, preparada, con excelente reputación, despojada de protagonismos y sentimientos de venganza. En pocas palabras, en un excelente ciudadano: don Juan Alarcón Hernández.
Completamente bien equipada y con todo un gran personaje al mando del timón, el organismo defensor de los derechos humanos de los guerrerenses comenzó a funcionar en un ambiente donde la cultura en esta materia simple y llanamente no existía. Su historia ya abarca varios lustros, por lo tanto y como en todo, en la CODEHUM urge que haya una oxigenación, que se hagan ajustes y se realicen cambios. Porque pareciera –así se ve desde afuera-- que ya no está caminando, que ya no está ofreciendo resultados que todos esperamos.
Consideramos que llegó la hora de que don Juan Alarcón Hernández se acuerde y haga uso de ese buen juicio al que se refería Ruiz Massieu, que honre las palabras de su amigo haciéndose a un lado, renunciando al cargo a pesar de que es VITALICIO. Es momento de entender que esta antiquísima figura ya no es compatible con la modernidad, pero sobre todo, es de sabios retirarse a tiempo. Lo haría más grande, don Juan, una decisión de esta naturaleza.
Y es precisamente en esta parte donde entra el comentario de nuestro lector, el que me envió el correo electrónico, que señala que a don Juan lo han cercado un grupo de trabajadoras que poco a poco se han ido adueñando de las decisiones que le corresponde tomar a Alarcón Hernández. Además de que los funcionarios de la CODEHUM ya no le rinden cuentas o le informan de lo que hacen y dejan de hacer, agrega la misiva, en cuyo remate destaca que el cuerpo humano tiene un límite.
Sin meternos en el terreno de las especulaciones ni de las descalificaciones, lo que sí es innegable es la avanzada edad del titular de la CODEHUM, y lo más recomendable es que si ya se siente cansado lo mejor sería cederle –formal y legalmente-- el lugar a otro distinguido guerrerense, y no dar motivo a especulaciones o comentarios que denigran y acaban con el prestigio.
Si las subordinadas del señor licenciado Hernández de verdad lo quieren y lo respetan, es mejor que no lo copen, que no lo acompañen donde no tienen que estar. Además, deben de saber que hay momentos y lugares para todo. Hay que saberlos escoger. Las porras y las estridencias de Casa Guerrero no venían al caso, por más que don Juan sea toda una institución en la disciplina del Derecho.
Todavía desconocemos el contenido de las modificaciones y reformas que está promoviendo el diputado Marco Antonio Leyva Mena en materia de derechos humanos, pero ojalá considere lo del cargo vitalicio, porque ese carácter le dio Ruiz Massieu para proteger al titular de la CODEHUM ante su posible remoción a capricho del gobernador en turno.

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