LAS COSAS COMO SON…

POR: Tomás Benítez Cano

LO QUE MAS LE CRITICO A Z, ES LO QUE A EL LE SOBRA


Una de las prácticas más recurrentes del nefasto y repudiado ex gobernador Zeferino Torreblanca Galindo, para no escuchar ni dejarse acercar a los grupos y organizaciones sociales, fue descalificarlos y champarles que las protestas y críticas en contra de su gobierno y su persona se debían a que les había suspendido las
prebendas y canonjías que gobiernos corruptos del pasado les otorgaban.
Al principio, la ciudadanía vio con buenos ojos la decisión tomada por el entonces mandatario estatal, puesto que un gobierno emanado de un partido distinto al que llevaba más de 70 años gobernando en la entidad, tenía, obviamente, que hacer las cosas de diferente manera.
Sin embargo, dicha medida no fue temporal ni aplicable solo a los líderes cochuperos y chantajistas, sino que se convirtió en una permanente práctica de gobierno y el trato fue el mismo para todos, fueran éstos luchadores sociales, defensores de derechos humanos, verdaderos gestores sociales o simples ciudadanos atropellados por el poder.
Al paso del tiempo, esa actitud de Zeferino no solo fue fustigada por sus adversarios partidistas y ciudadanos sin militancia, sino que hasta los propios dirigentes del PRD se sumaron a este repudio, porque era ilógico e imposible que no hubiera algún grupo u organización en el estado que sí tuviera razón para protestar.
A esa avalancha de críticas y reclamos a Torreblanca Galindo, por su cinismo, concha e insensibilidad, se agregó el boquiflojo de David Jiménez Rumbo, en su calidad de senador de la República y peón obediente y sumiso del difunto Armando Chavarría Barrera. Los constantes y hasta ofensivo señalamientos del segundo al primero se prolongaron por un buen tiempo y ocuparon las famosas ocho columnas de los medios impresos de la entidad, más por lo estridente y sensacionalistas que por su contenido, puesto que la inteligencia no es lo fuerte del ahora secretario de Desarrollo Social del Gobierno del Estado.
Total, que así como descalificó a los ayotzinapos, cetegistas, antorchistas, a José Sánchez, Pedro Nava, Bertoldo Martínez, Ranferi Hernández y muchos más, Zeferino también lo hizo con Jiménez Rumbo, a quien le reviraba que sus criticas y protagonismos se debían a que se acostumbró a recibir grandes cantidades de dinero, así como otros cochupos y privilegios (como el otorgamiento de una plaza de maestro para su hermana y que --según él—la canceló) del gobierno de René Juárez Cisneros, y que en el suyo eso se había terminado.
Cierto o no lo expresado en aquel entonces por el llamado Z, su actitud y comportamiento como gobernante a todas luces era reprobable, pero lo más triste y sorprendente es que eso que más fustigó Jiménez Rumbo, ahora, como funcionario, hace exactamente lo mismo. A las pruebas me remito.
Después de que un grupo de colonos de Acapulco se manifestaron el martes 17 de mayo en contra del secretario de Desarrollo Social, a los dos días el impulsivo David “descalificó las acciones y dijo que (el dirigente) Antonio Alejo fue de los beneficiados en la administración de Zeferino Torreblanca Galindo en la SEDESOL y que en los últimos tres meses recibió 70 mil pesos y quiere seguir con los mismos beneficios… Indicó que Alejo Flores llevó una serie de peticiones y que las protestas son para conseguir que sus demandas sean atendidas…Dijo que Antonio Alejo le hizo una petición de apoyo carísimo…” (El Sur, pág. 3, jueves 19 de mayo de 2011).
Congruencia señor funcionario, porque de continuar así, seguramente terminará igual de odiado como su archi adversario Zeferino, y se esfumará Acapulco.

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