Le perdonó la “tranquiza”, porque en su juicio “Ber” es bien cariñoso

A pesar de la tremenda “sanjuaniza” que le dio y que además “barrió” con ella el patio de su casa, allá en la colonia Los Angeles, la sufrida y abnegada Carmen García Barrera, perdonó a su marido Bernabé Rosales Casimiro pues al fin de cuentas es su hombre y le puede hacer lo que quiera, pues además cuando anda “en su
juicio” es más cariñoso y caballeroso que el tal Güilliam Levy o Lalo Santamarina, de Telerisa.
Resulta que ayer cerca de la una de la madrugada, Carmen García Barrera, de 24 años de edad, vecina de la calle Ricardo Palmerín, en la colonia Los Ángeles, solicitó el auxilio de la Policía Municipal para que detuvieran a su marido pues dijo la había agredido a golpes.
Raudos veloces, los policías preventivos detuvieron al presunto agresor a quien trasladaron a la delegación donde se identificó como Bernabé Rosales Casimiro, de 31 años de edad, quien fue encerrado tras las rejas por Violencia Intrafamiliar.
Sin embargo, cuando ya en la delegación de barandilla se hacían los trámites para mandar al Ministerio Público al golpeador, pues según los policías, fue en verdad de pronóstico reservado la tranquiza que le acomodó a su mujer, a eso de las once y media de la mañana Carmen se presentó ante el juez calificador en turno para retirar cargos en contra de Berna.
Y es que dijo que a pesar de que todavía le dolían los chin…tetazos que le dio, no había problema porque “con tantita árnica” se le quita, además de que al fin de cuentes es su esposo y le puede hacer lo que quiera y que si horas antes había solicitado su detención nomás fue para que dejara de agredirla y se le pasara la borrachera, pues cuando esta en su juicio “es un amor” y la quiere mucho, por lo que solicito lo dejaran libre y fue ella misma quien pago la multa.
Dicen los “comunicativos” policías que incluso salieron de la mano del cuartel policiaco y que mientras caminaban ella le iba diciendo que ya le tenía sus tres cervezas bien frías, como a él le gustan, además de unos chilaquiles bien picosos, con su epazote y dos huevos estrellados encima. (Ruperto González Carbajal)

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