EL FILÓSOFO DE GÜEMEZ

EL PÁJARO

Por:  Ramón Durón Ruíz
 
El alemán de nacimiento, suizo-norteamericano por nacionalización Albert Einstein, calificado por muchos como el científico más trascendental del siglo XX, que sentó las bases de la mecánica cuántica y de la física estadística, autor de la teoría de la relatividad y premio Nobel de física en 1921, al hablar sobre la crisis con meridiana claridad afirmó:
“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progreso. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar “superado”.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia.
El inconveniente de las personas y de los países es la pereza para encontrar salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.
Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”1
Si la crisis es oportunidad para el cambio, ¿qué esperamos los mexicanos para cambiar en todos los sentidos?, desde la seguridad pública pasando por la impunidad hasta llegar a la seguridad social, en donde en el tema de pensiones y jubilaciones es poco lo que hemos inteligentemente realizado.
Los nuevos tiempos exigen que los gobiernos: federal, estatales y municipales planteen reformas a la ley para establecer un eficiente sistema de pensiones que garantice con suficiencia financiera el cumplimiento del otorgamiento de prestaciones a los trabajadores y sus familias.
Actualmente, distintos países del mundo sufren un colapso en sus sistemas de seguridad social, recientemente los trabajadores de países como Francia, Grecia, España, han salido a protestar a las calles, toda vez que sus gobiernos proponen una modificación en sus leyes, debido a la vulnerabilidad financiera en sus esquemas de pensiones. En México debemos hacer algo en este tema antes de que el destino nos alcance.
En Tamaulipas, el gobernador Eugenio Hernández, con sentido de responsabilidad histórica consciente de que el sistema de pensiones del Estado no cuenta con reservas suficientes para el cumplimiento futuro -en los próximos 10 años- del pago de las mismas y evitando el costo que representaría al erario, ha iniciado los trabajos para realizar una inteligente reforma integral a la ley, que permita enfrentar los tiempos futuros y asegurar una mejor y mayor condición de vida a sus trabajadores y familias.
El proyecto de ley plantea interesantes propuestas como: el aumento de la edad mínima para pensionarse, aumenta el monto de las aportaciones, fortalece el esquema de las pensiones, amplía la gama de prestaciones y continúa con un esquema intergeneracional.
Este interesante proyecto busca por una parte, la solidez financiera que se requiere y por otra, abre la posibilidad de accesar a los recursos del Fondo de Apoyo para la Restructuración de las Pensiones que ascienden a más de 59 mil millones. Este fondo proveniente de los excedentes petroleros, fue creado en el 2007 a iniciativa del presidente Felipe Calderón para incentivar a los institutos de seguridad social para reformar sus ordenamientos jurídicos.
Lo anterior me recuerda aquel cura de Güémez que era aficionado a la ornitología -que es la rama de la zoología destinada al estudio de las aves- el clérigo en mención tenía en la parroquia doce pájaros que cada mañana soltaba para que volaran, éstos volvían siempre puntualmente a sus jaulas. Pero un día sólo regresaron once, por lo que el sacerdote decidido, en la misa de 12 del domingo preguntó:
− ¿Quién tiene un pájaro? Todos los hombres se levantaron.
− ¡Disculpen!, no me expliqué bien. ¿Quién ha visto un pájaro? Todas las mujeres se levantaron.
− ¡¡No, no, no!! Lo que quiero decir es: ¿Quién ha visto mi pájaro? Todas las monjas se levantaron.
La moraleja es simple: hay que aprender tanto a preguntar como a plantear correctamente las reformas a la ley.
1 En múltiples páginas de internet se le acredita este texto a Albert Einstein.

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