LAS COSAS COMO SON…
Por: Tomás Benítez Cano
QUE BONITO ES LO BONITO…
La cita fue a las ocho de la mañana del sábado 30 de julio del año que transcurre, en el crucero de la INDECO con la carretera que va a Tixtla. Uno a uno fueron llegando. Todos vestidos con ropa
vaquera, el infaltable sombrero y un morral con tacos, frutas o sándwiches. Sí, eran más de 150 jinetes que partieron de la ciudad capital al ex pueblo de las cebollas en una cabalgata en honor al natalicio del generalísimo Vicente Guerrero Saldaña, consumador de nuestra independencia.
Venidos de cualquier parte de la zona centro de nuestro estado, los casi dos centenares de hombres de a caballo llegaron casi puntuales y con sus propios recursos, porque ésta es una convocatoria ciudadana que ya se está convirtiendo en una hermosa tradición, puesto que la del sábado fue la cuarta edición de esta cabalgata, en la que cada vez hay una mayor participación de hombres y mujeres que comparten el gusto por el caballo.
Lejos, muy lejos está de que esta travesía sea un homenaje a la opulencia, a la vanidad o al egocentrismo –aunque puede haber uno que otro colado pequeño de mente y corazón--, por el contrario, es una maravillosa oportunidad de compartir, de solidaridad, de ayuda entre unos y otros; es la conjunción de sentimientos de patriotismo y creencias religiosas, porque todos los partícipes saben perfectamente que este recorrido es el mismo que hacía el general Vicente Guerrero y sus tropas cuando andaban en la lucha independentista, quienes, además, tenían que hacer una escala obligada en la entrada de Tixtla para saludar a la virgencita de la Natividad, acto que también realizan los actuales cabalgantes.
Entre los participantes destacaron los jóvenes, chavas y chavos que de inmediato buscaron el acoplamiento con los señores de experiencia; chavas y chavos que jamás se apartaron a formar su propio grupo, al revés, siempre buscaron el consejo o la orientación de los que han vivido más. Tampoco importó la raza o la clase de la cabalgadura. Daba lo mismo que fueras montado en un español, un azteca, un cuarto de milla, un portugués o un criollito. Lo importante era ser parte --por iniciativa propia— de esta travesía que cada año crece más y más.
Pero lo verdaderamente grandioso, además del deleite de los paisajes cerriles bien verdes y el disfrute de alguna fruta silvestre como los nanches y las guayabas, es ver la manera tan rápida de cómo se socializa una idea, una iniciativa. La más relevante fue que unidos podemos seguir conservando nuestros espacios de convivencia. En otras palabras, no permitir que la delincuencia nos arrebate lo que nos pertenece como sociedad. En este sentido, y ya con varios mezcales adentro, no faltaron los aventados que manifestaron que quién se atrevería a retar a un ejército como el que marchaba ese día.
Otra de las lecciones y enseñanzas de esta convocatoria ciudadana es que entre menos participa la autoridad, mejor salen las cosas. Lo que quiere decir que los ciudadanos bien organizados no necesitamos bules para nadar. Ojalá esto nos sirva para aprender y entender cuán grande puede ser la fuerza ciudadana bien encaminada.
Bombardeados con tantas noticias de violencia y muerte y de estadísticas desalentadoras como esa que confirma lo que todos sabemos, porque lo padecemos diario, de que más del 70 por ciento de los guerrerenses vivimos en situación de pobreza, la realización de estos eventos, me refiero a la cabalgata del fin de semana, son pruebas fieles y palpables de que los guerrerenses queremos vivir en armonía y que tenemos un alto sentido de solidaridad.
Vaya un saludo fraterno al profe Jesús Robledo, donde quiera que dios lo tenga, por ser el iniciador de este recorrido en cabalgadura; un reconocimiento a los continuadores don Eusebio Mendoza e hijos, a los señores Emigdio Díaz, Aníbal Suástegui, Celso Juárez, todos tixtlecos y anfitriones; se agradece la participación de los charros y no charros de Zumpango como los Martínez, los Sánchez y demás camaradas; a los capitalinos Juan Carlos Astudillo, al profe Zapata, a la gente joven como Jesús Real, el güerito Bahena y a las señoritas que aceptaron el reto de cabalgar casi tres horas y media; gracias señor Xálico por el agua y el refresco para los jinetes, lo mismo va para la Comuna tixtleca por el taquito y la banda.
Gracias a dios por permitirnos haber vivido un fin de semana maravilloso.
QUE BONITO ES LO BONITO…
La cita fue a las ocho de la mañana del sábado 30 de julio del año que transcurre, en el crucero de la INDECO con la carretera que va a Tixtla. Uno a uno fueron llegando. Todos vestidos con ropa
vaquera, el infaltable sombrero y un morral con tacos, frutas o sándwiches. Sí, eran más de 150 jinetes que partieron de la ciudad capital al ex pueblo de las cebollas en una cabalgata en honor al natalicio del generalísimo Vicente Guerrero Saldaña, consumador de nuestra independencia.
Venidos de cualquier parte de la zona centro de nuestro estado, los casi dos centenares de hombres de a caballo llegaron casi puntuales y con sus propios recursos, porque ésta es una convocatoria ciudadana que ya se está convirtiendo en una hermosa tradición, puesto que la del sábado fue la cuarta edición de esta cabalgata, en la que cada vez hay una mayor participación de hombres y mujeres que comparten el gusto por el caballo.
Lejos, muy lejos está de que esta travesía sea un homenaje a la opulencia, a la vanidad o al egocentrismo –aunque puede haber uno que otro colado pequeño de mente y corazón--, por el contrario, es una maravillosa oportunidad de compartir, de solidaridad, de ayuda entre unos y otros; es la conjunción de sentimientos de patriotismo y creencias religiosas, porque todos los partícipes saben perfectamente que este recorrido es el mismo que hacía el general Vicente Guerrero y sus tropas cuando andaban en la lucha independentista, quienes, además, tenían que hacer una escala obligada en la entrada de Tixtla para saludar a la virgencita de la Natividad, acto que también realizan los actuales cabalgantes.
Entre los participantes destacaron los jóvenes, chavas y chavos que de inmediato buscaron el acoplamiento con los señores de experiencia; chavas y chavos que jamás se apartaron a formar su propio grupo, al revés, siempre buscaron el consejo o la orientación de los que han vivido más. Tampoco importó la raza o la clase de la cabalgadura. Daba lo mismo que fueras montado en un español, un azteca, un cuarto de milla, un portugués o un criollito. Lo importante era ser parte --por iniciativa propia— de esta travesía que cada año crece más y más.
Pero lo verdaderamente grandioso, además del deleite de los paisajes cerriles bien verdes y el disfrute de alguna fruta silvestre como los nanches y las guayabas, es ver la manera tan rápida de cómo se socializa una idea, una iniciativa. La más relevante fue que unidos podemos seguir conservando nuestros espacios de convivencia. En otras palabras, no permitir que la delincuencia nos arrebate lo que nos pertenece como sociedad. En este sentido, y ya con varios mezcales adentro, no faltaron los aventados que manifestaron que quién se atrevería a retar a un ejército como el que marchaba ese día.
Otra de las lecciones y enseñanzas de esta convocatoria ciudadana es que entre menos participa la autoridad, mejor salen las cosas. Lo que quiere decir que los ciudadanos bien organizados no necesitamos bules para nadar. Ojalá esto nos sirva para aprender y entender cuán grande puede ser la fuerza ciudadana bien encaminada.
Bombardeados con tantas noticias de violencia y muerte y de estadísticas desalentadoras como esa que confirma lo que todos sabemos, porque lo padecemos diario, de que más del 70 por ciento de los guerrerenses vivimos en situación de pobreza, la realización de estos eventos, me refiero a la cabalgata del fin de semana, son pruebas fieles y palpables de que los guerrerenses queremos vivir en armonía y que tenemos un alto sentido de solidaridad.
Vaya un saludo fraterno al profe Jesús Robledo, donde quiera que dios lo tenga, por ser el iniciador de este recorrido en cabalgadura; un reconocimiento a los continuadores don Eusebio Mendoza e hijos, a los señores Emigdio Díaz, Aníbal Suástegui, Celso Juárez, todos tixtlecos y anfitriones; se agradece la participación de los charros y no charros de Zumpango como los Martínez, los Sánchez y demás camaradas; a los capitalinos Juan Carlos Astudillo, al profe Zapata, a la gente joven como Jesús Real, el güerito Bahena y a las señoritas que aceptaron el reto de cabalgar casi tres horas y media; gracias señor Xálico por el agua y el refresco para los jinetes, lo mismo va para la Comuna tixtleca por el taquito y la banda.
Gracias a dios por permitirnos haber vivido un fin de semana maravilloso.
Comentarios
Publicar un comentario